José Figueres (Don Pepe) junto con un grupo de costarricenses más o menos relevantes, fundó en La Paz de San Ramón el Partido Liberación Nacional. Aunque él personalmente no se dejaba encasillar en una idelogía dada, el naciente partido se dijo ser social demócrata. Esto fue en un momento en que en toda América Latina la social democracia conocía un importante auge, como alternativa al conservadurismo que había dominado la escena política hasta entonces. Se venía saliendo de una breve guerra civil en la que Figueres había encabezado el bando victorioso.
La alianza entre el calderonismo y el comunismo, solo posible por el favor del arzobispo Sanabria, la sensibilidad social de Calderón Guardia y la habilidad de Manuel Mora, había logrado que los sectores conservadores social cristianos, un poco a regañadientes, aceptaran abrir espacios a las reivindicaciones que impulsaban los comunistas. Frente a ellos, y gracias a los gruesos errores cometidos, se amalgamó una fuerza también dispar, que incluía gentes que como Figueres veían con buenos ojos los avances sociales y a lo más cerril del conservadrurismo que se oponía a las nuevas leyes sociales.
El naciente partido social demócrata, con Figueres a la cabeza, intentó hacer reformas de importancia, sin lograrlo plenamente, ya que las convicciones del caudillo no las compartían todos. La muerte prematura del pricipal ideólogo social democrata, Rodrigo Facio, abrió espacios a las corrientes menos consecuentes. De entonces a nuestros días el PLN ha venido en reculada. No solo por inconsistente, como siempre ha sido sino, sino por falta de liderazgos íntegros.
Se enseñoriaron en el partido y los gobiernos liberacionistas los vicios que lastraron ideales y convicciones y lo convirtieron en una organización en la que privan el arribismo, el clientelismo, la falta de metas claras, y una desbocada corrupción que se manifiesta de múltiples maneras a todo lo largo y ancho del liberacionismo, lo que ha provocado un permanente drenaje de gentes de valía, desencantados.
Lo que actualmente lleva el nombre de Partido Liberación Nacional dista mucho de lo que fue originalmente, al extremo que su principal fundador Don Pepe, se alejó completamente y afirmaba con amargura que ese Liberación de ahora él no lo reconocía.
Las corrientes neoliberales coparon al PLN de la mano de los Arias y de José María Figueres, y los adversarios del partido fundado en La Paz de San Ramón ahora son sus íntimos aliados que comparten negocios, visiones e intereses.
Son justamente Oscar Arias y este Figueres, quienes ahora se disputan la primacía, pretendiendo que la memoria corta de muchos costarricenses les facilite el volver a la presidencia. La aplastante derrota sufrida a manos de un deconocido, no se debio a los vacíos de su candidato, que los tenía y grandes, sino principalmente al rechazo que la mayoría hicimos de las gestiones corruptas y entreguistas de ellos y su encargada.
Lo que fue una ilusión para muchos, que indudablemete cosechó logros, se ha convertido en una herramienta mellada, incapaz de ir más allá de los apetitos de enriquecimiento de sus dirigentes, sin una visión ni nublada de lo que es soberanía.
Con el PLN y conforme su deterioro se fue acentuando, se instaturó en el país la descomposición moral más aguda que la historia haya conocido en estas benditas tierras.
Tomado con autorización
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