Editorial
Al acercarse la fecha de celebración de la Anexión del Partido a Nicoya a Costa Rica, es normal leer comentarios de personas que hacen la diferencia entre Guanacaste y Costa Rica.
Hoy por ejemplo, algunos hablan de la lucha por el supuesto robo de las comunidades de Cóbano, Lepanto y Paquera por parte de Puntarenas a la Península Guanacasteca, hecho que dicen se llevó a cabo mediante el Decreto Ejecutivo #20 el expresidente González Flores en el año de 1915.
Es importante recordar que la justificación fue la cercanía de estas comunidades al centro de Puntarenas. En aquellos años, virtualmente no existía comunicación desde esa parte de la península hacia Nicoya y los habitantes tenían que recorrer grandes distancias a caballo para poder realizar sus trámites. Esta situación se subsanaba incluyendo estas comunidades a la provincia de Puntarenas, tal y como puede verse en la siguiente imagen.
Claro está el costo político que acarrearía para Puntarenas el regresar la situación a su estado original. Quizá por ello se ha dado tanta resistencia por parte de los legisladores para dar este justo paso y reversar una situación que ya no tiene sentido, pues las comunicaciones han acercado nuevamente estas poblaciones a la cabecera de la Provincia.
Pero aparte del derecho que le asiste a la Provincia de Guanacaste para reclamar la devolución de estos territorios, tampoco puede quedar al margen un asunto de fondo realmente preocupante: los aires pseudo independentistas de algunos líderes políticos respecto a Guanacaste.
El hacer la diferencia entre Guanacaste y Costa Rica, o entre guanacastecos y costarricenses es sumamente peligroso para la estabilidad política nacional. No existe tal diferencia, pues Costa Rica incluye a Guanacaste tal y como quedó debidamente acordado en el Acta de la Anexión del Partido de Nicoya el 25 de julio de 1824.
Históricamente hablando no existe un «robo» de poblaciones por parte de la Provincia de Puntarenas, sino un reacomodo político pensado en el bienestar de las poblaciones de esas tres comunidades peninsulares por lo que además de impropio, es inexacto.
El procedimiento correcto es la discusión política en las sedes que correspondan y que podría incluir un plebiscito para decidir sobre esta situación, pero todo lo que se haga tiene que ser hecho con un espíritu de hermandad, como costarricenses que somos todos y no encender sentimentalismos con falsas promesas o amenazas de independencia que no proceden bajo ninguna ley nacional, Constitución o Tratado Internacional.
Lo que hay detrás de todo este tipo de manifestaciones es la exaltación del nacionalismo guanacasteco con intensiones bastante claras por parte de personajes interesados en sacar provecho político.
Costa Rica y Guanacaste somos lo mismo, porque Guanacaste es Costa Rica y Costa Rica es Guanacaste. Somos indivisibles porque estamos unidos por lazos de hermandad profundos y queridos. No hagamos diferencia donde no la hay: Todos somos costarricenses.
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