Por: Ariel Foster.
A 106 años de su natalicio el próximo 27 de Agosto, más que hacer una referencia bibliográfica s necesario hacer un análisis de la vigencia de su pensamiento para las juventudes progresistas y patriotas frente los nuevos retos municipales que se aproximan.
Manuel desde su juventud mostró una claridad política pocas veces vista en la historia costarricense. Su comprensión de la realidad nacional lo llevó a gestar métodos creativos en la lucha de clases, una mezcla entre humanismo y la contextualización de las teorías marxistas que se cristalizaron en la capacidad negociación que llegaría a cambiar la historia costarricense. Negociación que jamás traicionó la defensa de los intereses de las clases populares, la soberanía nacional ni las luchas internacionalistas.
En el quehacer político muy propio de Mora Valverde se pueden vislumbrar los intereses comunes del pueblo costarricense, sobre los partidarios o propios. Quizá nos baste por esta ocasión con recordar la negociación llevada en el Alto Ochomogo en 1948 con Figueres y el Ejército de Liberación Nacional para salvaguardar las Garantías Sociales[1]. Lo anterior como una de las muestras más claras del porqué la necesidad de comprender “las condiciones de la acción política”[2] y sus correlaciones de fuerza como una fase superior de la política, pues es la capacidad de distinguir entre pequeñas victorias cortoplacistas o el cumplimiento de objetivos mayores los que hacen que un ser humano se transforme en sujeto de agencia histórico.
El pensamiento de Manuel Mora Valverde conforma sin duda un baluarte, el cual con el apoyo de miles de costarricenses transformarían la historia social de nuestro país. La estrategia frente a la realidad de hecho, el pragmatismo como ejemplo máximo en el arte de lo político, refuerzan la intuición y la rigurosidad frente a la negociación[3] y que por su puesto son instrumentos que debemos aprender a utilizar como juventudes que accionamos como sujetos de agencia, siempre bajo nuestra ética socialista y los objetivos de nuestro Partido. Pero sobre todo, teniendo en la mente las prioridades y necesidades de nuestros compatriotas, es por ello que debemos hacer de estos métodos parte nuestra de lucha por la justicia social costarricense.
Y es precisamente ese ligamen comprensivo de las superestructuras costarricenses, o sea, de los sentidos populares, de las tradiciones, valores culturales y religiosos que hacen fundamental trasladar este acervo político de Manuel Mora Valverde al quehacer de nuestra generación, ya que Manuel desde sus 20 años hizo de sus reflexiones y praxis lo que dio camino a un nuevo postulado político, “El comunismo a la Tica”. Claro está, sería egoísta decir que le pertenece solo a Mora Valverde y no recordar a todas aquellas personas que la hicieron una línea política partidaria y nacional, estoy hablando de Carmen Lyra, Carlos Luis Fallas, Luisa Gonzales, Nidia Sáenz, Marcial Aguiluz, Eduardo Mora y a miles de mujeres y hombres de todas las edades que representaron con el mayor convencimiento el interés por la dignificación de las diversas poblaciones costarricenses.
Desde ya se ve alrededor del país la participación de las juventudes en puestos de representación y muchos con oportunidad real de acceder a los cargos para los próximos comicios municipales. Frente a esto está la misión gestar una profundización en el empoderamiento local, la identidad comunitaria y siendo este el punto partida que contribuya a la construcción de las prácticas patrióticas y socialistas. Para ello, veo necesario aportar a la discusión en aras eliminar mitos, retomar y seguir reflexionando para fortalecer en búsqueda de dinamizar entre los sustentos teóricos y prácticos.
Debemos cuestionarnos el porqué de la tarea de desmitificar. Muy sencillo, hay quienes aun sostienen que ha sido superado todo aquel cúmulo de experiencias de Manuel Mora y el comunismo costarricense con la separación de Vanguardia Popular, muchos por simple ignorancia, otros con malas intenciones alegan que sólo buscaba reproducir la receta Soviética, Castrista o peor de reformista pro burgués como muchas veces le criticaron las otras izquierdas. Sin embargo basta con hacer un breve y escueto análisis de cuáles son los principios del “Comunismo a la Tica”, como postulado político, es decir, democrático, popular, agrario, patriótico y antiimperialista, que hace función bajo las características nacionales, del espíritu del ser costarricense.
Ahora una tarea sencilla para cualquier militante de izquierda podría hacer es contraponerlos con los principios doctrinales de las organizaciones progresistas y verán resaltar las similitudes. Podemos tomar como el ejemplo más claro al Partido Frente Amplio, pues sus principios parten también del ser democrático, socialista, patriótico y popular, de cierto es que el Frente Amplio es uno de los herederos de la esencia del pensamiento de Manuel Mora Valverde.
Pero esta herencia genera aun el histórico enfrentamiento con el Anticomunismo Tico. Continúan campañas del miedo, los ataques desde los pulpitos, las embistas de los empresarios y los medios de comunicación. Siguen ensuciando las intenciones políticas propias de la mística de la izquierda electoral costarricense. Esto pese a que el Frente Amplio pregona la identidad y los intereses nacionales, las derechas siguen utilizando las mismas tretas del siglo pasado pero con otros nombres, con la diferencia pequeña que dicha izquierda que participa en los comicios ya no es “soviética” sino “chavista”.
Si estos argumentos siguen buscando el desarraigar territorialmente para deslegitimar los procesos reivindicativos sociales y populares que nace en el seno de una izquierda democrática debemos cuestionarnos ¿Cómo sobre llevar la tarea de consolidar dichos procesos dentro de nuestra realidad? Puesto que lo más complejo en el realismo político es cumplir su dinamización dialéctica, trasladar teoría a la praxis y hacer teoría de la praxis misma para sobre llevar estas contradicciones que nos impone la realidad. Para ello, es posible retomar el acervo del que tanto hemos hablado y hacer una aproximación de lo que Manuel Mora de joven (1938) ya había reflexionado para emprender la tarea y es que él se cuestiona también:
“¿Cuáles son entonces los fines inmediatos de nuestro Partido en Costa Rica? La organización y la orientación de nuestro pueblo y el empuje de nuestra economía hacia formas más avanzadas de organización. Hacer eso, pero con realismo, tomando muy en cuenta el grado de cultura de nuestras masas, tomando muy en cuenta sus tradiciones políticas y filosóficas, es hacer revolución en Costa Rica. Lo demás es utopía de mala clase”
¿Qué quiso decirnos Manuel al reflexionar sobre el comunismo a la Tica? Pero sobre todo ¿cómo debemos responder ante esta reflexión como juventud progresista? Y acá viene la importancia de gestar tendencias cantonales que comprendan su contexto histórico y el quehacer político para sobrellevar los objetivos a las distintas fases y la superación de contradicciones.
Poner sobre la mesa una herramienta fundamental; la negociación. Pues comprendemos que muchas veces el “todo o el nada” como zozobra de “purismos ideológicos” simplemente no es un opción en procesos políticos dentro de la institucionalidad democrática costarricense, donde toparemos con personas y los partidos que están en contraposición de nuestras propuestas, pero sí está claro que el fin último será el bienestar del pueblo es que se debe agudizar las capacidades en la negociación.
Es en este punto donde debemos sostener nuestra ética para intuir los caminos a llevar. La comprensión técnica del funcionamiento de las instituciones y los espacios democráticos es primordial, ya que su defensa y refuerzo son nuestro principal objetivo a concretar y así encaminarnos a las transformaciones sociales que añoramos. Pero de nosotros dependerá el cómo salgan adelante las tareas, para ello debemos formarnos como cuadros políticos con disciplina y madurez para sostener un debate ideológico sin necesidad de alzar la voz, con la capacidad de comprender las dinámicas de nuestras comunidades para trabajar de la mano con ellas y desde ellas democratizar más espacios. Dar vida al poder popular en la fase histórica en la que nos encontramos sólo será a partir del empoderamiento identitario local.
Por eso hoy más que nunca está en vigencia el pensamiento de Manuel Mora Valverde pero debe de ser estudiado, conocido, comprendido y reflexionado dentro cuadros políticos que abandera una izquierda democrática como la es el Partido Frente Amplio y otros sectores progresistas. Así como José Merino dedicó desde su juventud a profundizar el tema Democrático, estamos obligados a profundizar en las temáticas que así tengamos afinidad y que posean la beligerancia para desarrollar las alternativas políticas, económicas y culturales de nuestra patria.
Pues son estas aproximaciones generadas entre las tensiones del quehacer político en las que cumpliremos con aquello que Merino expuso en su tesis sobre el aspecto democrático del Comunismo a la Tica, y marca hacia “una nueva política orientada a desterrar el sectarismo y la intransigencia que pudieran haber en la línea del partido, para dotarlo de un programa amplio, flexible y realista. La línea debe quedar reflejada también en el marco organizativo, se esboza un partido abierto y popular, en capacidad al máximo los derechos que otorgan las instituciones democráticas. Es pues, un proyecto de avance gradual al socialismo…” Y justo hacía ese proyecto político es que tengo fe que continúen caminando las juventudes inmersas en estos próximos comicios municipales.
[1] El cual fue propuesto por Manuel Mora Valverde en el entendido de que el Partido Vanguardia Popular debía deponer las armas, pero no sin antes negociar el sostenimiento de las victorias populares alcanzadas en los últimos años. Junto a ello, existía también, la posibilidad latente de una intervención Imperialista a la Soberanía Nacional, del Sur los Marines que custodiaban Panamá y en del norte el Somozismo. No olvidemos que a inicios de esa misma década se lograron los avances más significativos en materia de derechos laborales (y que rige aun hoy) gracias a las negociaciones que culminaron en el pacto tripartita entre La iglesia Católica, el Calderonismo y los comunistas, donde se cristalizó la lucha por las Garantías Sociales que durante años fue estandarte político del Partido Comunista Costarricense
[2] Antonio Gramsci en su texto “Maquiavelo y Lenin notas para una teoría política marxista” sostiene que al comprender la realidad en su composición rebelde es decir, “siendo lo que es”, es posible disponer con realismo político el estudio de las condiciones necesarias y suficientes para la transformación de la misma. Midiendo así nivel de homogeneidad, autoconciencia y organización ideológica que hayan obtenido los distintos grupos sociales inmersos en dicha realidad.
[3] En 1983 durante una intervención en la Republica Democrática Alemana sobre las bases de la negociación para la paz y la justicia, Manuel Mora expone: “El peligro está no en negociar, sino en saber negociar, hay que entender que una negociación puede ser una forma de la lucha de clases impuesta por la realidad, la cual tenemos que saber usar guiándonos siempre por nuestros principios. Por ejemplo, la política de coexistencia pacífica implica diversas formas de negociación, pero no por eso dejan de ser una forma de lucha de clases”
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