Hoy se nos informa desde Francia, que empleados de la empresa Coca Cola descubrieron, mezclados en zumo de naranja, la cantidad nada despreciable de 350 kilos de cocaína, valorados en ese continente en 50 millones de euros.
¿Y los controles?
Quienes conocen la forma de operar de los puertos, muelles o aeropuertos, saben muy bien que cantidades de droga como la reportada en Francia es virtualmente imposible pasarla desapercibida. Este tipo de cargamentos son fiscalizados minuciosamente por el personal y escaneados con equipos avanzados para la detección de drogas y de cualquier otro producto que pudiera servir en actos de terror.
Lo mismo sucedió con algunos exportadores de piña de la zona de San Carlos, quienes enviaron a España un estimado de 2.5 toneladas de droga en un sólo contenedor y de lo que hoy no se conoce bien en qué ha terminado la investigación.
Existiendo los controles para que esto no ocurra, la pregunta que queda es ¿Cómo logran enviar estos cargamentos utilizando los medios legales sin que nadie se de cuenta?
Complicidad o ineficiencia
Si los recursos tecnológicos, así como los controles existentes deben ser suficientes para detectar y detener cualquier embarque con estupefacientes. la pregunta recae sobre el personal.
Todo parece indicar que podría existir complicidad de personal en el punto de salida y de entrada. Los técnicos que laboran en esas instituciones son gente que es preparada para detectar este tipo de cargamentos, apoyados principalmente en la tecnología, por lo que es un tanto difícil suponer ineficiencia por parte de las personas que ahí laboran.
¿Y dónde están los acusados?
En casos como estos, muchas veces caen los peones pero no los reyes o las reinas que son quienes controlan el contrabando, el almacenamiento y el envío de estos narcóticos fuera de nuestras fronteras. Es interesante, por ejemplo, el hermetismo que se maneja respecto a la empresa fuente de los productos, ya que muchas veces se nos informa que la droga es mezclada por terceros que no tienen relación con el cliente que recibe ni con el proveedor que envía.
Así las cosas, es evidente que hay grandes sospechas de complicidad no sólo en el punto de envío sino en el punto de ingreso. De alguna manera quienes reciben la droga deben retirarla de los contenedores antes de que el cliente nacionalice la importación y la droga enviada a alguna bodega alterna que controlen los narcotraficantes en Europa.
Si ni el cliente ni el proveedor son quienes colocaron la droga en los contenedores… ¿Quiénes lo hicieron?, parece que no debe ser muy difícil para las autoridades judiciales identificarlos.
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